El canto del ruiseñor

Llegaste como el viento a mi ventana

y, como era habitual en la mañana,

al tomar el café,

escuche tu canto.

Nuca te veía, solo te escuchaba.

Era melodía a mis oídos

alegrando mis mañanas,

pero un día preste a atención a tu canto

y por primera vez te vi.

No me acerqué a ti,

para no asustarte, y pensé:

¿que te trajo a mi jardín de rosas

con su perfume en la mañana?

 ¡Ah, mi ruiseñor!

Canta, canta, que tu canto

me alegra la mañana,

Pero cuando marquen las doce

en el reloj,

volaras de nuevo,

y yo me quedo aquí,

esperando al que

el día caiga

llegue la mañana,

para escuchar tu canto.